Me parece increíble cómo hay objetos que circulan en una casa de un lado a otro cumpliendo funciones importantísimas, y que lamentablemente al ser sólo UNO, siempre se pierden, están lo más alejado posible de donde estamos y nos complican la vida.
No puede ser que las pilas terminen mudándose del despertador al control remoto del aire y del control del aire a la epilady de forma circular. La pequeña mudanza de las pilas me altera, porque cuando quiero prender el aire, están en la epilady y cuando me quiero depilar se encuentran en el despertador.
Tengo un par de cosillas que requieren adaptador y alargador y que nunca pero nuca están donde deberían estar. Cuando quiero planchar(me el pelo), el adaptador esta en la tostadora y cuando me levanto con ganas de unas tostaditas resulta que el adminiculo está enchufado a la licuadora, cuando en mi reputisima vida tomo un licuado de banana!
Aún no me explico cómo si para evitar cualquier tipo de inconvenientes, olvidos, ajetreo o incomodidades he adquirido dos televisores, dos dvds, dos termos, dos mates, dos notebooks, dos sellos, dos pares de anteojos, sólo tengo un adaptador, un par de pilas que funcionan, una pinza de las cejas que saca bien los pelitos, un peine desenredador y un sólo esmalte de uñas que funciona.
Los pequeños objetos que se van mudando de un lado a otro de mi casa debieran multiplicarse de a montones, simples cositas que de existir en cada rincón harían mi vida más placentera. Sin embargo, cuando estoy en el centro y paso por un negocio que venden todas estas porquerías necesarias, en lugar de entrar, gastar unos pocos pesos y regalarme paz y tranquilidad, paso por la vereda del frente y miro con desprecio estos locales aburridos, con vidrieras aburridas, abarrotadas de cosas necesarias que jamás compro y que diariamente puteo por no tener a mano.
Es así, soy esclava de las mudanzas cotidianas, y llego a odiarme por ello.