miércoles, 26 de mayo de 2010

mujer, mujer, LIBERATE


He sufrido una especie de torticolis nefasta los últimos días, renegando de tener que tomar diclofenax y destrozar mi hígado, comencé la sigilosa tarea de buscar los motivos, llegando a estas tres hipótesis:

1. Mi hijo ha crecido de forma vertiginosa por lo que cada vez que pide UPA me doblo en 8 partes para poder lograr el objetivo.

2. Los años han llegado de un día para el otro, sumado a mi olvidada actividad física, por lo que cualquier cosa que cambie mi rutina genera que mi escoliosis incipiente ahora sea una escoliosis fulminante.

3. Las ofertas del super me superaron y lo que pensé que iban a ser dos bolsitas, terminaron por ser 6, incluyendo una botella de aceite, un kilo de azúcar, un pollo entero y 7 toneladas de yogures.

Luego de meditarlo, he llegado a la básica conclusión que lo que más me perjudicó, fueron las 4 cuadras de caminata con las compritas del supermercado. Llegando a una decisión que cambiará el curso de mi vida:

NECESITO COMPRAR UN CARRITO PARA EL SÚPER.

Esto lleva a validar las otras dos hipótesis primarias:

1. Soy madre.
2. Soy vieja.

No me importa que el gremio femenino me condene por exceso de mal gusto, que me emparentes con los PAMIs o que al verme el vecino haga una mueca de desagrado.

Si existen seres humanos que utilizan el peor adminiculo inventado por el hombre como ser el paraguas, que molesta de sobremanera a todo el resto del universo y que es estéticamente desagradable a la mirada, ¿por qué yo no voy a poder utilizar un pequeño canastito con ruedas que me facilite la tarea de trasladar mercaderías cómodamente hasta mi casa?


La liberación se ha iniciado, no se trata de dejar de depilarse porque duele, o abandonar el push up porque incomoda, se trata de empezar a utilizar objetos que pueden ayudarnos con nuestras vidas a ser más felices. Así como dejé de sufrir con los tacones para ir a trabajar, y me amigué con mi altura, desde ahora, reconozco mi limitación de fuerzas y me hago amiga del carrito (obviamente con alguna estampa glam) y salgo a conquistar el mundo---

o por lo menos, las ofertas del día!


Imagen: V. Vitar.

jueves, 20 de mayo de 2010

¿Bicentenario? ¡todos los años!

Increíble pero real, si la semana siguiente a la que estás atravesando es larga, por algún feriado/paro/ acontecimiento etc, y eso implica que sabes que vas a tener casi casi una semanita de joda loca, la semana que estas atravesando indefectiblemente se te vuelve eterna.

Desde el lunes que pienso "mañana es viernes", y me programo como si fuera el ultimo día, para caer en cuenta que faltan 4, 3, 2 y 1 días sucesivamente para que se produzca el milagro de las vacaciones anticipadas.

Este delirio mental sólo se debe a que no estamos acostumbrados a tener festividades largas en nuestro país, dos días seguidos no laborables son algo así como la manzana que se comió adán cuando lo dejaron solito en el paraíso. Por lo que si no son vacaciones y/o semana santa, jamás de los jamases podemos relajarnos y planificar algo para "nuestro feriado largo".

A ver si con tanto bicentenario proponemos, hacernos cargo que somos 100% argentos, que efectivamente nos escapamos a las obligaciones mundanas de la vida y que en lugar de traer festividades foráneas como Halloween o san Patricio, necesitamos simplemente todos los meses, dos días free, para que cada cual haga lo que desee!.

Así sigue me cabeza, expectante para mañana, soñando el sueño que tendré y disfrutado de la falta de despertadores y ruidos molestos, al poder dormir hasta las 11 y relajar mi mente al fin!

oops! mañana es viernes: A REMARLA!




REGALO: mural del bicentenario realizado por Rep. Un regalo patriótico que me pareció genial!

lunes, 17 de mayo de 2010

Caperucitiadas

Caperurita desobedece a su madre, habla con un extraño, le cree y termina devorada por éste, un lobo disfrazado de bueno, o al menos de abuela.

Por más loca que suene la historia, irreal e infantil, estoy segura al afirmar que:

Todos somos Caperucita.

No importa si para advertirnos del peligro, nos pongan voz firme y gruesa y nos den explicaciones lógicas y coherentes, o nos muestren evidencias concretas y sólidas que concluyan que lo que vamos a realizar es un boludez sin nombre, una situacion riesgosa o simplemente una ridiculez. Lo cierto es que al menos una vez, hicimos como que no escuchamos y efectuamos lo que queríamos, con consecuencias nefastas.

A mi entender el cuento termina con la salvación de al niña por parte de un leñador que pasaba casualmente por el bosque, llevándola a su casa y al ser recibida por su madre, en lugar de abrazarla y contenerla, se encuentra con una bruja que sin ánimos de escuchar explicaciones le dice:

"te lo dije"

Para uno que vive haciendo Caperucitiadas, la frase lapidaria es fatal, porque en el fondo uno se pone la ficha de ganador, se convence que las advertencias son exageradas, inútiles e infantiles y se manda solo ante la vida, dándole ésta un cachetada para el recuerdo.

De cada diez Capecuritiadas, sólo una termina mal, pero es suficiente como para olvidar los triunfos y sumergirse en el fracaso.

¿Y si no sigo ningún consejo? ¿ Y si me conmino al ostracismo y evado toda posible señal de precaución y por ende todo tipo de recriminación posterior?

Imposible.

No sólo todos somo Caperucitas, Todos somos madres también. Peor aún, llega un momento de nuestras vidas que la advertencia, los carteles luminosos de CUIDADO, emanan desde uno mismo de la misma forma que nos decimos mientras nos damos cabezazos a la pared:

"Yo sabía"

Pero es así, pasan los años y uno se sigue golpeando la cabeza, recriminándose lo que uno mismo ya sabia, enojándose con su propio ser, como si el cuento pasara a escribirse en uno miso y de un plumazo uno se convierta en la Caperucita, el lobo, la madre e incluso la abuelita.

¿Que cómo termina esto?

Fácil, colorín, colorado, este cuento se ha terminado, o al menos hasta que decida ponerme la capita, sacar una canasta y mientras vaya caminando por el bosque me deje tentar por señales peligrosas, que de tan peligrosas, a uno un poco que le terminan gustando.



lunes, 10 de mayo de 2010

volver a casa...

Pasé días sin no poder dormir, una tos me impedía tragar libremente sin que unos inquilinos atravesaran mi garganta y los estornudos se escuchaban a tres cuadras. Sumado a un ataque de pánico que si bien lo lo fue del todo, bastante que se le pareció. Y no me quiero olvidar de la presencia de pintores en mi departamento moviendo muebles y desenchufando mis placeres sin pedir permiso, ante tal situación:

Decidí, bajo mi propia voluntad y renegando de ella, volver unos días a casa de mis padres.

Jamás podría pretender que luego de 7 años de ausencias mi habitación fuera la misma, pero tampoco darme cuenta que lentamente se había convertido en un pequeño bunker secreto de mi vieja, libros, papeles, computadoras, lamparitas, sillas super ergonómicas y aparatos que realmente desconocía, habían dejado escaso lugar para el descanso.

Fue el sufciente como para darme cuenta que mi madre trabaja para la NASA.

Otro descubrimiento fue la relación carnal de mi padre hacia su perro. Aún recuerdo las épocas que con mi hermana llorábamos para tener un cachorrito en casa, con las esperanzas que jamás crezca y que siempre sea así, pequeño, juguetón y sin mal aliento, pedido que mi padre negaba categóricamente con una frase lapidaria "despues seré yo el que lo bañe". Ahora no sólo llega temprano de trabajar para pasearlo, se deja lamer y respira el aliento a puma que sale de su boca sin hacer el más mínimo comentario.

Situación increíble pero real, mi padre tiene por amante a un can.

Tuve la desgracia de subir al auto de mi hermano y desgracia aun peor de poner música, para salir perreando por la ventana al escuchar Reagetton a todo lo que da.

Mas que asombroso fue darse cuenta que mi hermano(ito) paso de emo, encerrado en su habitación escuchando heavy metal, a disfrutar de Wisin y Yandel, mientras se cambia la remera porque no le combina con la campera rayada que tiene!

Otros sucesos traumáticos fueron:

  • No hubo cosas ricas en la heladera, ni en la panera: Además de mermeladas de sabores extraños y panes negros, no pude en ningún momento desayunar con facturas, medialunas o bizcochitos de grasas. Esto confirma una teoría fatal, Padre, madre y hermano, se volvieron anoréxicos a lo largo de estos años y las ricuras que uno encuentra los días domingo encubren la malaria de la semana.
  • Mi empleada no se acordó jamás que yo no como carne vacuna desde hace 15 años y me preparó bife, milanesas y kipe debiendo almorzar simplemente puré, ensaladas y papafritas, durante la semana.
  • La ropa que encontré en los placares es realmente fea, tenía la ilusión de recuperar un par de pilchas copadas, pero definitivamente las mandé al placard del olvido porque es ropa para el olvido, por lo que me vestí estos interminables días de manera impresentable.
Luego de todos estos sucesos vuelvo feliz a mi hogar, a mi trabajo y a mi rutina, me amigo con mi balcón chico, mi cocina angosta y mi perro ruidoso.

Home sweet Home!