lunes, 4 de abril de 2011

Primera vez...


Lo que leerán a continuación es una obviedad:

"Nadie nace sabiendo".

Frente a lo nuevo, lo enigamático, recurrimos a nuestros saberes previos y caemos en profundas depresiones al darnos cuenta que justamente ese tomo del libro fue el que olvidamos comprar, ese consejo fue el que no quisimos escuchar, esa explicación fue la que no pudimos estudiar.

En el momento de darnos cuenta de nuestra ignorancia, la naturaleza de nuestro ser se expresa, en cada cual de manera diferente:

Algunos, buscan aliados, inician una pequeña investigación y cual si fueran miembros de un equipo de investigadores de la Universidad de Michigan, encuestan a personas que atravesaron la misma situación. El ENCUESTADOR NATO, considera que ante una situación que se da por primera vez, la respuesta la tienen aquellos experimentados. Llaman por teléfono, preguntan a sus compañeros de trabajo, publican su duda en el Face, y según la respuesta mayoritaria, actúan.

Otros, se aventura a hacer "como si" supieran y se convierten en NEGADOR PROFESIONAL de sus primeras veces, jamás confiesan su ignorancia. Aprenden por ensayo y error, sobre todo muchísimos errores. Pueden perder todo un día en cambiar una rueda de auto y negarse a recibir ayuda, inventando excusa imposibles, con el único objetvo de no exponer su inutilidad ignorante.


El FURIOSO, reniega de su ignorancia, se pelea con los sabios y efectúa cualquier acción de mala cara y maldiciendo a los demonios por haberlo puesto es una tarea que nunca jamás realizó. Sus primeras veces son caóticas, descontroladas e irascibles.

Aparecen ademas los DESPREOCUPADOS; aquellos no hacen el más minimo esfuerzo, ni siquiera se movilizan ante un hecho novedoso.

El peor de todos es EL EXPERTO, aquel que no sabe, y no sabe que no sabe. Conoce de paises, idioma, culturas y comidas más que cualquier diplomado, jamás tuvo una primera vez en nada, nació sabiendo, por lo que comete tanto errores en su cometido.

Por mi parte recuerdo una primera vez, estabamos en Miami y la verdad que 20 tucumanas quinceañeras en una Big City era un poco cómico."Necesitamos hielo", alguien dijo y a pesar del inglés mediocre comprendimos que había una maquinita en el pasillo para tal fin.

La primer tucumana, se acercó a la maquina y al apretar el boton y sentir un ruido espantoso, salió corriendo, dejando un desparramo de hielos en el piso, FURIOSA. La segunda más EXPERTA de tan sabia que era, se olvidó de colocar la hielera en su lugar por lo que aumentó los hielos en el piso. Llegó por detrás otra, esquivando cubitos y muerta de risa comenzó a apretar botones y a bailar entre los hielos que seguian cayendo DESPREOCUPADAMENTE, al ratito salío una cuarta a indagar a cada cual qué había sucedido ya que el hotel parecía una sucursal de Usuahia, ENCUESTÓ a todas y llegó a la conclusión que había que realizar tres pasos simples y todas estarías disfrutando de las colas-colas frías. Pero el plan falló, ya que la hielera era más chica de la cantidad de hielos solicitado, por lo que resbalaron al suelo!

Llegó la Tucumala, la más coya de todas, que cual Maria de Nadie con las trenzas y la canasta de miembre en la mano, efectuó los pasos a la perfección y se convirtió en una especie de superheroe primermundista, era "como si" sabía, pero en el fondo no sabía nada.

Hoy contaré el secreto: "LA SUERTE DEL PRINCIPIANTE".