
Pero como la vida no es justa, y nos aclara el panorama en el momento justo en que caemos rendidas al amor, la mochila la percibimos tardíamente.
Vienen como la tortuga Manuelita cargando pesados bultos que suponen que uno debe aceptar por el sólo hecho que entraron a nuestras vidas.
No lo tolero.
No sólo uno debe bancarse el ronquido nocturno, el aliento matutino, el desorden cotidiano o la tendencia a ponerle picante a cualquier tipo de comidas, además de todo, vienen con con este paquete “extra”.
El Mochilero por lo general puede traer en su mochila:
·Una hija caprichosa y malhumrada que compite con la novia del padre de igual a igual y por lo general gana, fruto de un matrimonio anterior, sobre todo cuando nos dedicamos a buscar príncipes azules después de los 30.
·Un hijo adolescente fruto de alguna relación furtiva juvenil, que trata de sacar guita a toda costa y a como de lugar.
·Una ex desquiciada que llora por teléfono y amenaza toda serie de improperios cada vez que el Mochilero le frena el carro.
·Un hermano vago y vagabundo que se aparece de vez en cuando con necesidades básicas insatisfechas que supone que el Mochilero debe cumplir.
·Una madre depresiva, absorbente y omnipresente que llama incontablemente al Mochilero para hacer cualquier tipo de comentarios y críticas a la pareja.
·Una hermana recientemente divorciada que supone que el Mochilero pasará a cumplir todas las obligaciones que su ex.marido no cumple con ella lo cual incluye, casa, comida y salidas.
·Un grupo de amigos impresentables desde la primaria, que jamás se dio cuenta que cumplir años no es solo soplar velitas sino por sobre todas madurar y asumir responsabilidades, por lo cual una salida durante la semana no puede extenderse hasta la salida del sol.
·Un trabajo exigente y consumidor que hace que el celular del Mochilero suene reiteradas veces, en los momentos menos oportunos y que hace que organizar una cena o un almuerzo sea prácticamente un imposible.
Lo bueno de detectar las mochilas ajenas es que olvidarnos de las que nos acompañan a nosotras durante mucho tiempo, porque como siempre en la vida, el problema del otro es mas entretenido y criticable que el propio, por eso cuando nuestra pareja hace algún reclamo de nuestros pesares, con cara de “yo no fui”, decimos:
¿Qué mochila?