Vamos probando en la vida y de tanto probar hay cosas que nos terminan gustando.
Hay cosas que eran impensadas a cierta edad y poco a poco las vamos incorporando en nuestras vidas. Recuerdo ver a mis padres comiendo palta y esa pasta verde me daba tanto asco que pedía que la alejaran de mi sector de la mesa, y hoy paso por un verdulería y lo primero que hago es buscarlas.
De chica envidiaba a mis vecinas que tomaban coca-cola todos los días, mientras que en mi casa sólo se la consumía los domingos, hoy me provoca nauseas la bebida oscura, su gusto me intriga no puedo entender cómo tiene tanto exito, habiendo otras cosas más ineresantes.
Pero es cierto que hay hay amores a primera vista que se mantienen eternamente en nuestras vidas aunque sean amores complicados y molestos.
La primera vez que probé el pucho tenía 14 años, una amiga se había peleado de su novio porque se había dado cuenta que fumada y al revisarle la campera, encontró evidencia suficiente de su adicción! en un acto de ira guardó casualmente el paquete de Parliament 10, como manera de evitar que el malviviente continuara con su delito. Llorando nos contaba la frustración de tener un ADICTO de novio. La consolamos y 10 minutos más tarde estabamos buscando el baño de algún bar en pleno centro para La probadita.
La novia frustrada dio la primer pitada (aun llorando), se relajó, se rió y dijo "Me gusta".
La amiga ideosa de la "La probadita", dió la segunda pitada y tosiendo dijo "No me gusta".
La TucuMala, aceptando cualquier idea de cualquier amiga desquiciada sin oponer ningún tipo de resistencia, dio la tercer pitada y dijo "Me encanta".
Así, sin quererlo y gracias al novio irrecuperable nos convertimos secretamente el el grupito fumanchin de la escuela, revelando nuestro vicio recién a los 17.
La que proponía las sesiones fumanchinas pero que detestaba el pucho siempre terminaba tosiendo y maldiciendo la idea, es al día de hoy que no fuma, a pesar de haber elegido para su vida una chimenea de Marlboro como novio.
La que dijo "me gusta", simplemente y sin mucha alegría, aquella novia llorona y recatada que no podía aceptar la idea de tener un noviecito fumanchín, se convirtió en una chimenea de puchos en poco tiempo, se la ve siempre con sus manitos ocupadas entre cámaras de fotos y puchos. Ha inventado la necesidad del cigarrillo armado como manera de fumar menos, pero esto simplemente ha complicado el vicio, sin haberlo mermado ni un poquito, nada.
La que claramente y sin titubeos dijo "me encanta", que supo agarrar el pucho de manera espontánea y tranquila, que dió una bocanada de felicidad y supo que ahí mismo se instauraba la necesidad acertiva de PÜCHO-CAFE-PUCHO, y que realizó toda su facultad debatiendo conceptos mientras se extinguían Gitanes a veces sin darles siquiera dos pitadas, tuvo su momento de decepción, de abandono y de recuperación limitada al vicio.
Lo único que no puedo comprender es cómo hay gente que se sorprende del vicio de otro, las veo entrando a un kiosco arrebatando chocolates y postrecitos quejandose de las enfermitas del cigarrillo. Los veo dándole al Fernet con coca de manera compulsiva, mientras se quejan porque los fumadores piden la mesa de afuera del bar. Te veo a vos comiéndote las uñas y así todas masticadas y con los dedos deformados señalándome que por favor me siente del otro lado de la mesa porque no te gusta que te de el humo en la cara. Y a vos, en un acto de locura porque el mozo e dice que no hay Fanta zero y por lo tanto tendrás que ver qué otra gaseosa consumirás porque no tomas agua ni aunque te abandonaran en el Zahara poniendo carita de asco cuando humildemente le dijo al mozo que es un infradotado si pretende atender en una mesa de afuera y no llevar consigo un encendedor para sus potenciales clientes.
Porque yo los respeto a todos, adictos al chocolate, enfermitos de las uñas, del colirio en los ojos, de la cultura light, del gimnasio diario y extremo!
No los jodo, no prendo puchos donde no se debe, y no te miro con cara de asco cuando a las 2 a.m revolves tu mesita de luz buscando un m&m que supones olvidado ni mucho menos cuando te comes uno todo derretido y vencido que con habilidad extrema supiste detectar en una esquina del cajón.
Igualmente, vuelvo el tiempo atrás, no me arrepiento de haber probado, pero definitivamente, exclamo:
"Macho es el que probó y no le gustó".
Imagen: V. Vitar (detalle)